De ida y vuelta…
Las cosas deberían ser lo más simples posible, pero no más simples – Albert Einstein
Hace un tiempo que recomencé la lectura de un libro que lleva años en mi cuarto en una estantería y entre muchos, muchos otros compañeros de aventuras. Porque, después de todo, salta a la vista o… o es obvio -que dicen algunas personas- que son más que nada eso: Compañeros, amigos que nos acompañan en las penas y alegrías en los momentos íntimos, buscados u obligados, de soledad…
El libro en cuestión se llama: “El encanto de la vida simple” de Sarah Ban Breathnach.
Contiene y reparte una lectura para cada día del año y... y algo más, pero, esencialmente es nada más (y nada menos) que eso; un paseo que dura un año y comienza, allí donde te encuentres cuando te topes con él, sea un martes, 28 de Febrero o un 17 de Noviembre como ayer…
Cada noche, antes de taparme hasta la nariz me siento en la cama, lo más cómoda posible y busco la lectura que corresponde al día siguiente, o, más bien la del día que ya comenzó a sentirse vivo en pleno adormecimiento por ese comienzo nocturno en el que nace, dejando un margen al sueño y descanso de cada día…
Ayer noche, a las 00: 00, del 18 de Noviembre presente, sincrónicamente, me tocaba leer el apartado que comenzaba así:
“El valor de la amistad”
“Los ángeles no son los únicos que nos recuerdan la devoción de la Divinidad a nuestro bienestar emocional, físico y psíquico. Nuestros amigos también. Los ángeles nos proporcionan gracia y obran milagros; nuestros amigos también. Los ángeles. Los ángeles son unos mensajeros divinos; los amigos también. Dios se expresa a través de esas charlas íntimas, conversaciones y confesiones. Probablemente porque solemos hacer caso de lo que nos dice un amigo que nos quiere de forma incondicional y desea que seamos felices.
Nuestros amigos constituyen la joya de la corona de nuestra satisfacción. Debemos tratarlos con todo el cariño que nos inspiran”
Y, mientras leía esto tan hermoso, pensaba en todas esas pistas o señales que da la autora para descubrir quién es y quién no, un amigo. Y también pensaba, que existen tantas maneras detratar al amigo con el cariño que nos inspira, como oportunidades nos da la vida; que son: Infinitas maneras.
Reflexionaba, en resumen, la importancia de darse cuenta y reflexionar sobre nuestra amistad y la de otros. Porque a veces, nuestras pretensiones son tan grandes, desmedidas y ocultas que me pregunto si nuestro comportamiento para con los amigos, ó, el comportamiento de ellos para con nosotros es ese:
El de un amigo ¿...?
Es lamentable y doloros darse cuenta que a veces nos/se dejamos/dejan llevar y traer por el huracán de las emociones como hojas muertas que el viento trae y el viento lleva...
Mi balada de otoño...
ResponderEliminarDías más cortos,
Atardeceres rojos,
Árboles tristes,
Sol que desfallece,
Tierra cubierta,
Hojas de otoño.
Suave murmullo,
Balada que mece,
Cuerpo que estremece,
Viento de otoño.
Llueve detrás de los cristales,
Se quema el ultimo leño,
Nos cubre su manto negro,
Balada de otoño.
Otoño de 1973
... también me gusta la de Serrat...
Para ti, besos, míos
Es precioso querido amigo, aunque... Aunque ¿sabes qué te digo? que lo del último leño no es justo o tan acertado como decir: el penúltimo. No digamos más eso, que es el último. El otoño es una estación preciosa, rica y estupenda para cualquier presente.
ResponderEliminarPerdona que haya tardado en responder, he estado fuera (pasando unos días con mis padres)
Para ti también, un puñado de los míos y todo mi cariño, amigo entrañable y generoso siempre.